lunes, 21 de diciembre de 2009

Pérdidas.

Interpretó el papel de Aschenbach. Una frase importunada que no puedo decir sin llorar como un bebe. Acabo de escuchar una retransmisión de palabras, pintadas de uno para el otro. Coloreadas las palabras de uno y de otro. ¿Cómo amar las palabras del otro, puras manchas? Siempre, en un muelle, a punto de partir. Partir y repartir lo que queda del cuerpo: puros fragmentos amados, devorados, que estremecen y calan en lo más hondo. Eso es lo que recuerdo de ti: una mano que me decía adiós, desvaneciéndose, siempre en fuga. Adiós. Perder la razón, saber que soy capaz de odiar tanto que puedo llegar a asesinar, a matar a sangre fría (con el perdón de T.Capote y su mal libro), a amputar miembros de carne, lentamente y sin dejar de sentir placer en cada momento. Luego, lamerlo, con el perdón de Sade. La perfección inminente de la naturaleza, sus mecánicas fallas, la energía, el flujo que corre sobre los cuerpos, el socius. Y, sucede que no se puede ser feliz ni lo contrario: una mediocridad vomitiva. Así las cosas. Así las malditas cosas.

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