miércoles, 23 de diciembre de 2009

Mapas/ pérdidas 2.

Un mapa es la metáfora de que se es un forastero. Entonces, ¿cuál es la función de los famosos mapas mentales? Somos forasteros en nuestra propia mente, entre las circunvoluciones de materia gris gelatinosa que constituyen nuestro interior, las uniones neuronales que somos.

lunes, 21 de diciembre de 2009

Pérdidas.

Interpretó el papel de Aschenbach. Una frase importunada que no puedo decir sin llorar como un bebe. Acabo de escuchar una retransmisión de palabras, pintadas de uno para el otro. Coloreadas las palabras de uno y de otro. ¿Cómo amar las palabras del otro, puras manchas? Siempre, en un muelle, a punto de partir. Partir y repartir lo que queda del cuerpo: puros fragmentos amados, devorados, que estremecen y calan en lo más hondo. Eso es lo que recuerdo de ti: una mano que me decía adiós, desvaneciéndose, siempre en fuga. Adiós. Perder la razón, saber que soy capaz de odiar tanto que puedo llegar a asesinar, a matar a sangre fría (con el perdón de T.Capote y su mal libro), a amputar miembros de carne, lentamente y sin dejar de sentir placer en cada momento. Luego, lamerlo, con el perdón de Sade. La perfección inminente de la naturaleza, sus mecánicas fallas, la energía, el flujo que corre sobre los cuerpos, el socius. Y, sucede que no se puede ser feliz ni lo contrario: una mediocridad vomitiva. Así las cosas. Así las malditas cosas.

viernes, 25 de septiembre de 2009

En otra parte

Me pretendo hacer con la presa por sorpresa. Siguiendo el precepto de Rimbaud de que la vida siempre está en otra parte, cabe aclarar que la vida siempre está en otra parte. A la espera de que llegue la noche, el día se agota, bocanada a bocanada. Si la vida está en otra parte es porque el pasado es el tiempo más presente de todos y porque no hay vida sin parte ni parte sin vida. Parte y fragmenta cada ilusoria totalidad. La noche se queda enganchada en la otra parte. Nunca soy quien pretendo ser sino el reflejo de mis propios fantasmas. Aquello que más me socava es aquello ajeno, que debo expulsar en un exorcismo necesario. La vida está en otra parte y el existencialismo es un humanismo, según el carismático visco y el de la abuelita y el gesto de Agnes, que siempre soy yo. El lector es el egocéntrico más terrible de todos.

Cenizas corporales

Si la materia no se crea ni se destruye, las cenizas de mi cuerpo deben pesar los 59 Kg. que yo peso. Si le restamos las emisiones de CO2 que se desprenden al momento de la incineración, quizá se pueda reducir la masa a la mitad, siendo optimista. Pero ¿por qué el Ganges no está, entonces, lleno de kilogramos de cenizas?

Enigmas

a)Un hombre (Por alguna razón desconocida, me molestan los personajes femeninos ¿por qué?) dibuja un mapa de la celda en donde está encerrado.
a.a) Traza el mapa sobre una pared de lo mismo que intenta representar, la celda.
a.b) La celda contiene su propia representación.
a.c) La celda es su propio panóptico.
b) Un hombre observa al hombre desde abajo, por un hoyito casi invisible, por el que eventualmente se filtran gotas de agua que le van taladrando el párpado.
b.a) Al hombre que observa no le interesa el hombre que ve.
b.b) El hombre que ve por el hoyito es ciego.
b.c) En el mapa del primer hombre está el segundo hombre.
c) No es un juego de cajas chinas. No es un juego de representaciones. No es un juego. No es la caja de Pandora. No es un dibujo ni una película de Lars von Trier, ni una obra de Duchamp.
c.a) Ver la teoría del rizoma.
c.b) Ver la torre de Bruegel.
c.c) Ver las ficciones que creemos que nos constituyen.
d) Olvidar La Mancha, olvidar el pañuelo, olvidar la madalena, olvidar a Penélope, olvidar la buhardilla, olvidar Puerto Trinidad, olvidar a Virgilio, olvidar una carta en el escritorio, olvidar que somos ficción, olvidar-nos.

sábado, 12 de septiembre de 2009

miércoles, 5 de agosto de 2009

Relato Piglia-Arlt-Yo

El Astrólogo, retenido dentro del tiempo del reloj, sentía deslizarse en su cerebro el otro tiempo. Entraba y salía de los relatos, se movía por la ciudad, buscaba orientarse en esa trama de esperas y de postergaciones de la que ya no podía salir. Prestidigitador, sacaba y guardaba mundos posibles en sus bolsillos. El astrólogo. Él.
- ¿Sabe cómo empezó? Le voy a contar. Siempre empieza así, el narrador está sentado, como yo, en un sillón de mimbre, se hamaca, está en contacto con la tierra, por un centímetro cuadrado de hombre, un centímetro cuadrado de existencia, prolongando su superficie sensible. Incoherente vida de fantasma.
- ¿Los fantasmas ríen? El escritor no existe, todo el mundo es escritor, todo el mundo sabe escribir. Algo que no sirve para nada.
- Hay cosas inexplicables. El hombre, el narrador, imagina una ciudad perdida en la memoria y la repite tal como la recuerda, Lo real no es el objeto de la representación sino el espacio donde un mundo fantástico tiene lugar. A contarle voy. Esas historias y otras historias ya las he contado. No importa quién habla.
Él. El astrólogo. Recogió el cheque, y sin leerlo lo dobló en cuatro pliegos, guardándolo en su bolsillo. Todo había ocurrido en un minuto. Sabía que era un ladrón. Pero la categoría en que se colocaba no le interesaba. Quizá la palabra ladrón no estuviera en consonancia con su estado interior, Existía otro sentimiento y ése era el silencio circular entrando como un cilindro de acero en la masa de su cráneo, de tal modo que lo dejaba sordo. Pensaba telegráficamente, suprimiendo preposiciones, lo cual es enervante. Era una cascada de hombre movida por el automatismo de la costumbre. Hablaba en clave, con el tono alusivo y un poco idiota que usan los que creen en la magia y en la predestinación.
Lento, sin apuro, sube por el pasillo. No tiene más que cruzar el umbral. Pero en ese minuto algo incomprensible y absurdo lo detiene. ¿Es la locura que se apodera a veces de los espíritus más robustos y serenos? ¿Qué había hecho de su vida? ¿Era ésa o no hora de preguntárselo? ¿Y cómo podía caminar si su cuerpo pesaba setenta kilos? ¿O era un fantasma, un fantasma que recordaba sucesos de la tierra?
- Espere, espere. ¿Qué pasa? No siga. No arruine todo. ¿Quiere un consejo?
- No. ¿Usted qué sabe?
- Usted y yo somos ladrones y…
El tipo se sobresaltó y pareció que se arrugaba, mientras empezaba a buscar en los bolsillos. Algo. Algo. Sí, no, sí, no, sí, no, sí, no, sí, no… hasta la margarita dice que no. Su sombra. La vio. La. Su.
“Es como si no fuera yo. Otro que es como yo, un hombre liso, una sombra de hombre, a la manera del cinematógrafo” -escribe el astrólogo- “Tiene relieve, se mueve, parece que existe, que sufre y, sin embargo no es nada más que una sombra” –escribe- “Le falta vida. El hombre sombra percibe el hecho, pero no siente su pesantez, porque le falta volumen para contener su peso. Es sombra. Es.”
Tim Finnegan, la misma noche en la que el Astrólogo adquirió la categoría de ladrón, descubrió la carta astrológica. En el Génesis se habla de una maldición de Dios que provocó la caída y transformó el lenguaje en el paisaje abrupto que es hoy. Borracho, Tim Finnegan se cayó al sótano por una escalera, que inmediatamente pasó de ladder a latter y de latter salió litter y del desorden la letter, el mensaje divino.
- Sólo es visible lo que es imposible. Todo catalejo es débil.
- Mire, no se trata de una lectura lineal, sino fragmentada, a libro abierto, que permite establecer una relación inesperada, mística, diría, entre la letra y el azar.
- Hay cosas inexplicables…
- Primera cuestión: la lectura es un arte de la microscopía, de la perspectiva y del espacio (no sólo los pintores se ocupan de esas cosas). Segunda cuestión: la lectura es un asunto de óptica, de luz, una dimensión de la física…
Finnegan se levantó. La coja a su lado. La coja es la ramera de las Escrituras. Él sacaba de las alcobas de la casa negra una mujer fragmentaria y completa, una mujer compuesta por los cien deseos siempre iguales. Ésta tenía las rodillas de una muchacha y los muslos que recordaba haber visto en una postal pornográfica y la sonrisa triste y desvanecida de una colegiala que hacía mucho había encontrado en el tranvía y los ojos verdosos de una modistilla con la pálida boca rodeada de granos, que los domingos salía, al atardecer, con una amiga, para bailar en esos centros recreativos, donde los tenderos empujan con sus braguetas sublevadas a las mocillas que gustan de los hombres. Esta mujer arbitraria, amasada con la carnadura de todas las mujeres que no había podido poseer. La coja. Una coja. Esta coja que yacía a su costado. Ésta.
-Éste es un sitio libre de recuerdos- dijo ella-. Todos fingen y son otros. Sé que me abandonaron aquí, sorda y ciega, coja y medio inmortal… a veces me imagino que va a volver y a veces me imagino que voy a poderlo sacar de mí, dejar de ser esta memoria ajena, interminable. Estoy llena de historias, no puedo parar. Tim Finnegan perdido, no veía claro. Las ideas se le escapaban como sombras, sus pensamientos, desleídos por el sobresalto permanente, hacían estéril toda concentración. El tiempo que se escapa. Eso. Eso. Eso. Y todos que se dejan estar caídos como bolsas. Nadie que quiera volar.
- Hay una especie de quijotismo negativo en todo esto: la lectura tiene siempre un efecto perturbador y delictivo. ¿Se da cuenta? El soplo divino, la palabra que emana del oráculo ha pervertido lo real. Y el robar. La palabra robada. ¿Se da cuenta? Somos ladrones…
- No es lo real lo que irrumpe, sino la ausencia, un texto que no se tiene, cuya busca lleva, como en un sueño, al encuentro de otra realidad.
- La ausencia es una realidad material. Un rostro enclavado. Un texto enmarcado y un narrador ausente, que se desploma en su silla de mimbre para contar. Una y otra vez. Contar. Uno, dos, tres, cuatro, diez, cien. Contar. Una historia ausente, una realidad material.
- Sí. Réplica y representación. Uno.
Tim Finnegan se detuvo asombrado frente al nuevo edificio en el que se encontraba el departamento del prestidigitador. ¿Qué penuria mental almacena para olvidarse del mundo? Asqueado, avanza por el corredor del edificio, un túnel abovedado, a cuyos costados se abren rectángulos enrejados de ascensores y puertas que vomitan hedores de aguas servidas y polvos de arroz. En el umbral de un departamento, una prostituya negruzca, con los brazos desnudos y una bata a rayas rojas y blancas. Diez y cien. El departamento del Astrólogo.
Varias veces le hablaron del hombre que en una casa del barrio de Flores esconde la réplica de una ciudad en la que trabaja desde hace años. No es un mapa, ni una maqueta, es una máquina sinóptica; toda la ciudad está ahí, concentrada en sí misma, reducida a su esencia. La ciudad modificada y alterada por la locura y la visión microscópica del constructor. El Astrólogo cree que la ciudad real depende de su réplica. El hombre ha imaginado una ciudad perdida en la memoria y la ha repetido tal como la recuerda.
“La locura como ruptura de lo posible. Estar loco es cruzar el límite, es escapar del infierno de la vida cotidiana. O mejor, habría que decir, la locura es la ilusión de salir de la miseria. La lotería, el invento, la astrología: cambiar las relaciones de causalidad, manejar el azar, escapar de las determinaciones. La coja me lo dijo esa mañana. Mi cuerpo es mi verdad. ¿Cuál es la tuya? No le quise responder. Quería que supiera que su piel como mis inventos es ausencia, una mera proyección del cinematógrafo mayor”.
El visitante, Finnegan, Tim: la historia de un hombre que no tiene palabras para nombrar el horror. En eso estriba lo grande de la teoría del Astrólogo: los hombres se sacuden sólo con mentiras. Él le da a lo falso la constancia de lo cierto. A Finnegan, le asombraba la fidelidad de la reconstrucción. Parecía un sueño. Pero los sueños son relatos falsos. Y ésta es una historia verdadera. Todo era como debía de ser. Lo real estaba definido por lo posible (y no por el ser). La oposición verdad-mentira debía ser sustituida por la oposición posible-imposible. Binarismo a fin de cuentas. Metafísica.
-Vea, yo creo que eso sólo ocurre en las novelas. En la realidad yo he hecho acciones malas y buenas y, ni en un caso ni en el otro, he sentido ni la mayor alegría ni el menor remordimiento.
- En el curso de esta historia he olvidado decir que…
El astrólogo. Él. [En este punto el manuscrito es ilegible]…
Si mañana tiro una bomba o asesino a la coja, me convierto en el todo, en el hombre que existe, el hombre para quien infinitas generaciones de jurisconsultos prepararon castigos, cárceles, teorías. Yo, que soy la nada, de pronto pondré en movimiento ese terrible mecanismo. Primero, construí una máquina de traducir. El sistema era bastante sencillo, parecía un fonógrafo metido en una caja de vidrio, lleno de cables y de magnetos. Una tarde le incorporé William Wilson de Poe para que lo tradujera. A las tres horas empezaron a salir las cintas de teletipo con la versión final. El relato se expandió y modificó hasta ser irreconocible. Se llamaba Stephen Stevensen. Fue la historia inicial. Más allá de sus imperfecciones sintetizaba lo que vendría. Quería una máquina de traducir y tengo una máquina transformadora de historias. Una máquina de relatos. Es indudable que las cosas no comienzan cuando se las inventa. O el mundo fue inventado antiguo.
- Sabe- Timmy-, éste es el mapa del infierno. En la tierra, como un mapa, lo que yo le cuento, que le doy la certidumbre, era un mapa, quiero decir, tumbas desconocidas, con una parte escarchada como una losa y después tierra o pasto.
- ¡Ah, la realidad, la realidad!
Finnegan imaginaba que dicha zona existía sobre el nivel de las ciudades a dos metros y se representaba gráficamente bajo la forma de esas regiones salinas o desiertos que en los mapas están revelados por óvalos de puntos, tan espesos como las ovas de un arenque. Lo aturdía la pena como un gran día de sol en el trópico. Se le caían los párpados. Hubiera querido dormir. El sentido de las palabras se hundía en su entendimiento con la lentitud de una piedra en un agua demasiado espesa. Cuando la palabra tocaba en el fondo de su conciencia, fuerzas oscuras retorcían su angustia. Y durante un instante, en el fondo de su pecho, quedaban flotando y estremecidas como en el fangal de un charco, sus hierbajos de sufrimiento.
Fue un minuto. Hundió el cañón de la pistola en el blando cuévano de la oreja, al tiempo que apretaba el gatillo. El estampido lo hizo desfallecer. Permaneció inmóvil. Cuando el silencio externo reveló que el crimen no había sido descubierto, salió del departamento. El carácter inestable del lenguaje define. Nunca se sabe con qué palabras serán nombrados en el futuro los estados presentes. Sólo el silencio persiste, claro como el agua, siempre igual a sí mismo.

Sade, un delirio de la razón

Con una razón todavía virgen
-Lichtenberg


- Sade encadenado
Las sociedades son máquinas que codifican flujos. El individuo es el punto de encuentro, de recepción, emisión y tránsito de los flujos. La sociedad inviste y codifica el flujo que llega al individuo. ¿Cómo entra un individuo, digamos, Sade, dentro de un siglo XVIII, iluminista, y en busca de la Razón?
Parto de la tesis de Horkheimer y Adorno, para quienes el iluminismo, en un sentido amplio del término, persiguió el objetivo de quitar el miedo a los hombres y convertirlos en amos (15). El “miedo” que según los ilustrados controlaba al pueblo era parte de supersticiones y teología inútil y mal entendida, entre otras cosas: “¿esos pedazos de la verdadera cruz de Jesucristo, que si se juntaran, bastarían para construir un buque de cien cañones; tantas reliquias que indudablemente son falsas, tantos falsos milagros, constituyen acaso monumentos de una devoción ilustrada?” (Voltaire 557) Frente a prácticas que imposibilitan el movimiento de la sociedad hacia una “ilustración”, nace el ambicioso proyecto enciclopédico que pretendía totalizar y acaparar el conocimiento disponible. 21 volúmenes (y otros tantos de láminas e índices) más adelante se revelará el fracaso rotundo del proyecto. El “descalabro” de la aspiración enciclopedista fue retomada por los grandes autores del siglo XVIII: Voltaire, Diderot, Rousseau, Crusoe, Sterne, Swift y Sade. Estos pensadores, algunos de ellos incluso enciclopedistas, ensayan en su literatura el proyecto de la Razón sólo para demostrar su fracaso. Por supuesto, cada uno lo hace a su manera: desde la mirada del Otro, la mirada crítica, la fractura del yo, la re-producción de sociedad, tomar al pie de la letra la novela, irónicamente o razonando hasta el delirio.

jueves, 16 de julio de 2009

Abecedario del diccionario de Flaubert

Anoto a continuación una selección abecedárica y salomónica de sentencias de Flaubert en torno a elementos comunes o no tan comunes con su particular humorismo desatado que poco se nota en Madame BoVary... léase Beauvard et Pecuchet

A: Aquiles.- Agregar "el de los pies ligeros": eso permite hacer creer que uno ha leído a Homero.
B: Bostezo.- Hay que decir: "Discúlpeme, no es de aburrimiento sino del estómago".
C: Crítico.- Siempre eminente. Se supone que lo conoce todo, lo sabe todo, lo ha leído y visto todo. Cuando os disgusta, llamarlo Aristarco, o eunuco.
D: Diccionario.- Decir de él: "Esta hecho para los ignorantes".
E: Erección.- Sólo se menciona al hablar de los monumentos.
F: Fulminaciones del Vaticano.- Reírse de ellas.
G: Goddam.- "Es el corazón de la lengua inglesa", como decía Beaumarchais.
H: Hermafrodita.- Provoca la curiosidad malsana. Tratar de verlo.
I: Imbéciles.- Quienes no piensan como uno.
J: Jesuitas.- Tienen algo que ver con todas las revoluciones. Su número es enorme. Nunca mencionar “la batalla de los jesuitas”.
K: Knut.- Palabra que molesta a los rusos.
L: Laureles.- Impiden dormir.
M: Materialismo.- Pronunciar esta palabra con horror, destacando cada sílaba.
N: Novelas.- Pervierten a las masas. Resultan menos inmorales en folletín que en libro. Solamente se pueden tolerar las novelas históricas porque enseñan historia. Algunas novelas parecen escritas con la punta de un escalpelo, y otras parecen descansar en la punta de una aguja.
O: Optimista.- Equivalente a imbécil.
P: Paganini.- Nunca afinaba su violín. Célebre por la longitud de sus dedos.
Q: Queso.- Citar el aforismo de Brillat-Savarin: "Una comida sin queso a los postres es una mujer hermosa a quien le falta un ojo".
R: Rostro.- Espejo del alma. Por lo tanto, hay personas que deben tener el alma bien fea. Un rostro agradable es el más seguro de los pasaportes.
S: Sabihonda.- Término despectivo para designar a toda mujer que se interese por las cosas intelectuales. Citar favorablemente a Molière: "Cuando la capacidad de su espíritu se alza... etc.
T: Tierra.- Hay que decir los cuatro rincones de la Tierra, porque es redonda.
U: Ucase.- Hay que llamar úcase a todo decreto autoritario, eso molesta al gobierno.
V: Vientre.- Decir abdomen cuando hay damas.
W: Wagner.- Cuando se escucha hablar de él hay que hacer bromas sobre la música del futuro.
...
Z: Zuecos.- Un hombre rico cuyos comienzos fueron difíciles, siempre
llegó a París por primera vez en zuecos.

miércoles, 15 de julio de 2009

Un juego tentador

(texto de hace un año aprox.)

Nunca me ha gustado que me veas así. De izquierda a derecha. Línea a línea. No soporto que pasen los impulsos eléctricos para que entiendas lo que escribo. Todo orden es subversivo y como tal debe ser legalizado. El papel que contiene las reglas del lenguaje, de nuestra sociedad. Una gota de baba se me escapa. Lo palpo hasta sentir sus granitos de polvo: ha tomado demasiados chocolates. Se me antoja un chocolate caliente, como aquellos que solíamos tomar a la salida de Reino Aventura, después de cuarenta caídas en el splash y veinte más en las aguas salvajes. Lo mejor era que te tocara del lado de la cascadita, fría, olor a calcetín sudado y mojado. Paso un dedo suavemente por encima, llego a formar una espiral cuando quito el paso del tiempo. Una lágrima. El vino de frutas está hirviendo en la olla. Imponente, esa tumba asesina guarda miles de rostros perdidos en el anonimato. Víctimas de la violencia desmedida, el mal diabólico, nunca radical, que azota al ganado. ¿Por qué mascas el chicle con la boca abierta? Eso es de mal gusto.

La mejor estrategia es comprar primero las calles baratas y ponerles hoteles para ir matando al rival mientras él compra una o dos casitas de las caras en sus calles. Quien sabe por qué, pero Latinoamérica es la primera cuadra. Lo que no es muy necesario es comprar las líneas aéreas (europea, americana, africana, asiática), aunque si se tiene la oportunidad, es preferible por si se llega a necesitar el dinero de la hipoteca.

jueves, 2 de julio de 2009

El panóptico del hombre en el museo


Sahelanthropus tchadensis, Orrorin tugenesis, Ardipithecus kadamba, Ardipithecus ramidus, Australopithecus anamnesis, Australopithecus bahrelghazali, Australopithecus afarensis, Australopithecus africanus, Australopithecus garhi, Paranthropus aethiopicus, Paranthropus boisei, Paranthropus robustus, Kenyanthropus platyops, Homo habilis, Homo rudolfensis, Homo ergaster, Homo georgicus, Homo erectus, Homo cepranensis, Homo antecessor, Homo heidelbergensis, Homo neanderthaliensis, Homo floresiensis, Homo rhodesiensis, Homo sapiens, Homo sapiens idalta, Homo sapiensa sapiens, René Descartes, la Máquina. En el museé de l’homme en París se muestran paulatinamente los cráneos de los supuestos antepasados (ante-pasado ¿cómo puede haber algo anterior al pasado?) del hombre moderno. Pasillos y pasillos de imaginería científica llegan finalmente al cráneo de Descartes, un poco amarillento y con hendiduras que parecen ser letras grabadas en la frente. Después de Descartes, ejemplar orgulloso del género homo sapiens sapiens, hace su aparición sorpresiva el culmen evolutivo hasta la fecha: una máquina con pantallas en la que el visitante puede ver su propia imagen reflejada. La fantasía de miles de años de literatura que imagina dobles imposibles y ficticios. La pesadilla de un sistema que paulatinamente devora la posibilidad de que haya más cráneos con cerebros, instalando cráneos y cerebros artificiales (y que no se usan) como piezas de museo.

domingo, 14 de junio de 2009

Notas acerca de las Confesiones de Rousseau

“Tan sujetos estamos a fundarnos con
principios erróneos, aun cuando
se dé con la verdad” (Rousseau 196).

• Las Confesiones son una construcción imaginativa en tanto el sujeto personal es una estructura imaginaria.
• La construcción imaginativa es retroactiva: no sólo transforma al texto, también transforma al sujeto en quien se imagina ser.
• De la mala memoria ¿cómo se pasa al decirlo todo?
• El silencio es uno de los elementos más importantes: “pero debo detenerme aquí. El tiempo puede levantar muchos velos. Si mi memoria llega a la posteridad, tal vez un día sepa lo que yo tenía que decir. Entonces se sabrá por qué me callo” (Rousseau 333).
• ¿Cómo enunciar lo inenunciable? ¿cómo confesar-se frente a lo inexistente? ¿quién es el interlocutor? ¿cómo juega la ficción en los vacíos de memoria? ¿la construcción es ficticia?: “si todo esto consistiese en hechos, en acciones y en palabras, podría describirlo y traducirlo en cierto modo; pero ¿cómo decir lo que no era ni dicho, ni hecho, ni pensado siquiera, sino paladeado y sentido sin que pueda enunciar otro objeto de mi felicidad que ese sentimiento mismo?” (Rousseau 282).

lunes, 8 de junio de 2009

Silencio y Crusoe

The world is full of islands, said Cruso once.
His words ring truer every day.
Coetzee


¿Qué guarda una historia como Robinson Crusoe? Historias, recuerdos, detalles, pero, sobre todo silencio. Silencio en una isla desierta, sin sociedad, sin alteridad, sólo sombras (Viernes) y huellas que son la gasolina de la trama. Sueños, supuestos, imaginarios, construcciones vacías, desiertos, vacío. En eso se basa la historia, eso guarda el baúl enterrado entre piedras, en una cueva, bajo tierra de un terremoto. Dice Coetzee: “Through his ears Friday may yet take in the wealth stored in stories and so learn that the world is not, as the island seemed to teach him, a barren and silent place (is that the secret meaning of the word story, do you think: a storing-place of memories?)” (Coetzee 59). La historia, el lugar donde se guardan recuerdos. En Crusoe se guarda el silencio, el vacío que tuvo que ser reinventado para iniciar la máquina narrativa.

sábado, 30 de mayo de 2009

Me he recluido en la banalidad de la existencia diaria. El tiempo no es lo que parece que es: se derrama entre mis dedos. Por ello, dejo mejor una cita y dejo de escribir lo poco o mucho que quisiera...

“6.X.62 (la semana tiene siete días, que han acabado aburriéndome)” (Gombrowicz Diarios 652).

"There has to be one, it seems, once there is speech, no need of a story, a story is not compulsory, just a life, that's the mistake I made, one of the mistakes, to have wanted a story for myself, whereas life alone is enough…" (Beckett).

Maldito MLA, ni siquiera en el blog lo puedo evitar. Disfruten las citas-vitas (citas de la vida)

jueves, 5 de marzo de 2009

Souvenir

El souvenir es la reliquia secularizada (W. Benjamin)

Ya no sé

No se puede no querer

¿Has visto esas cajas que contienen pañuelos que son sólo polvo, por los años, la corrosión, que, bajo una cinta adhesiva barata y más pañuelos polvosos, tienen envuelto con cuidado de una joya un pequeño muñequito de la rosca de reyes de hace veinte años... o el primer mechón... o ese diente de leche que te dió una sonrisa por diez pesos en billetes de Emiliano Zapata verdes? Esas cajas, esas manías de guargar, empaquetar, envolver, de las viejas. ¿Y todo para qué? U´na mañana la encuentran en la cama, tranquila, pero ya no respira. No se pudo llevar sus cajitas, sus uñas viejas, sus dientes podridos. Se fue y se quedó esa basura que llena el mundo: recuerdos de afectos insípidos, de gozo momentáneo, de abrazos que siempre se acaban. No se puede no querer. Pero quiero poder no querer esta cosa, esas sombras que persiguen cada uno de mis pasos. Merecen ser guardadas en una cajita, que se hagan polvo y no me acompañen. Pero ahí estan y no se puede no querer.

sábado, 7 de febrero de 2009

Locura

Creo que la locura -o esa tendencia a vivir en el límite ambivalente- es mi estado en eterno retorno. Si Jheronimus Bosch pudiese extirpar la piedra de la locura con su metaforización doble que oculta y muestra, sería el perfecto psicoanalista. Quizá sólo estoy harta de la lógica capitalista que cosifica, que fragmenta los objetos del deseo. Esos fragmentos, esa locura, esas coartadas cortadas. La locura, ese objeto del deseo que vive apacible en mi anatomía más profunda, parece estarme invadiendo. Eso o la locura me hace creer que me estoy volviendo loca.